Todo te ha salido bien. Pero nada se siente bien.

Tienes trabajo. Tienes pareja. Tienes un lugar donde vivir.

A veces hasta sonríes en fotos.

Pero hay días en los que te cuesta respirar.

Hay días en los que no sabes qué estás haciendo con tu vida.

Sospechas que algo anda mal. Estás en lo cierto.

No se lo cuentas a nadie, pero…

  • Te aplauden, pero tú solo quieres desaparecer.
  • Firmaste contratos. Pero no firmaste tu propósito.
  • Nada te falta… excepto sentido.
  • Estás cansado de esforzarte por sostener una vida que no elegiste.
  • Ya no sabes si estás deprimido o simplemente harto de fingir.

No vienes a arreglarte. Vienes a encontrarte.

Trabajo con adultos que tienen todo… menos paz.
Que han construido una vida brillante por fuera, pero hueca por dentro.

No te voy a dar consejos. No voy a decirte que todo estará bien.
Voy a acompañarte a entender qué se rompió en el camino.
Y sobre todo: a que lo puedas mirar sin miedo.

No te prometo soluciones rápidas.
Te prometo conversaciones honestas.

No estás buscando terapia. Estás buscando dirección.

Esto es lo que obtienes:

  • Un espacio donde no necesitas fingir ni justificarte.
  • Una relación seria, respetuosa y sin superioridad moral.
  • Herramientas profundas, no frases de Instagram.
  • Una forma distinta de entender lo que te pasa.

Y si no sabes por dónde empezar, mejor.
Porque aquí no hay caminos preestablecidos.